El cuarto parecía una jaula, encerrando dos animales en celo, la noche fría se desquebrajaba por el calor de los cuerpos.
La espalda sudada, lamida, mordida, las manos frenéticas buscando un rincón que aún falte por descubrir, los cuerpos desvanecidos en el ambiente, las bocas sin comisuras descubiertas, ocupadas, dispuestas.
El ritmo vicioso de los cuerpos, los arremetimientos agresivos contradictorios al nombre.
Los cuerpos desnudos, los pechos desnudos, el rocé mágico y orgásmico, el momento último, el desgarre de vida, la mente en blanco, las sensaciones aumentadas, la calma cansada en rojo descendiente, las manos tranquilas, caricias perdidas, sueño repentino, un jadeo cesante, un te amo fugaz, una sabana mojada.
Un instante perdido en el mar del tiempo, el escape de la vida que da vida.
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